Pescado seco

Élmer L. Menjívar
Élmer L. Menjívar
2 min readMar 24, 2016

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Mi tía Margo vendía pescado seco. Pasaba largas temporadas con nosotros en mi pueblo, pero regresaba a su pueblo durante tres temporadas al año: una, para el día de San Andrés, porque le hacían un rezo cada año en su casa; otra, dos meses antes del 2 de noviembre, porque ella hacía flores y coronas de papel crespón encerado que ya eran las tradicionales en su pueblo; y la otra, unos días antes de empezar la cuaresma, porque ella vendía el pescado seco que se come los viernes sin carne.

Mi tía margo se iba a buscar el pescado a San Miguel varios días antes del miércoles de cenizas, para “encontrar los más galanes”, y decía que por eso la gente la buscaba a ella y no a las que solo vendían “el puro cuero con espinas”. De lo que ganaba me llevaba dos billetes cafecitos, de dos colones, y también se compraba alambres y papel crespón de colores para prepararse para la temporada de flores para muertos.

Mis hermanas y yo odiamos el guiso tradicional de pescado seco, pero, por suerte, teníamos a mamá Ana, la hermana mayor de mi tía Margo –quien crió a mi mamá–, que preparaba unas tortas de pescado seco en su puesto del mercado, esas tortas escondían el trozo espinoso de pescado seco en una torta de masa de maíz, lo envolvía en huevo y era servido en una sopa con guisantes y arroz: esa era la única forma en que mis hermanas y casi probábamos el pescado seco. Era un plato difícil para nosotros hasta que mi mamá encontró la forma de mejorar la receta de la abuela, es decir, hacerla para que mis hermanas y yo comiéramos pescado seco en cuaresma: le quitaba las espinas al pescado seco –tarea difícil–, le quita la piel –que parece cuero–, luego desmenuza la carne y la integra a la masa de maíz amasando hasta que tenga una textura pareja, luego sofríe las tortas envueltas en un poco de huevo batido y luego las hierve en el caldo de los restos de pescado con garbanzos y varias verduras, luego se sirve como sopa y agrega arroz, aguacate y queso al gusto. Cada viernes de cuaresma comemos las tortas de pescado de mi mamá, la única forma en que mis hermanas y yo comemos pescado seco sin posibilidad de rechazarlo, y vamos por la vida convidándoselo a los que de alguna manera nos van importando.

PD: A pesar de todos los cuidados y mimos que lleva la receta, yo siempre recomiendo masticar con cuidado, porque mi tía Margo, que bien me conocía, siempre me canturreaba: “mentir y comer pescado quiere mucho cuidado”.

Originally published at elinutildelafamilia.blogspot.com on March 09, 2009.

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Lo primero que recuerdo de mí son mis pies al fondo y dentro de una bañera plástica y celeste. El resto ojalá lo recuerden ustedes. Escribo.